De: MSN TARANTULA_NOCTURNA (Mensaje original) Enviado: 18/01/2004 7:06
Hacer el Amor
Pocas mujeres han integrado la mitad superior del cuerpo, por encima de la cintura, con la mitad por debajo de la cintura. La mitad superior, el torso, donde están localizados los pechos y el plexo solar, vibra con una energía muy fina de amor. Este es el amor más fino en el cuerpo. El proporciona leche al bebe y retiene lo que es amor en el seno sin tinte de sexualidad. Este amor se siente a menudo como el anhelo por lo inalcanzable, la añoranza por la pureza y la belleza idealista. Es el impulso que está detrás de toda la idea del amor Platónico. Esta parte superior del cuerpo es el polo superior del amor.
El polo inferior del amor por debajo de la cintura se focaliza en los genitales, pero la energía de este amor está continuamente presente, aunque imperceptible normalmente, en la parte baja de la espalda, en la base de la columna, muslos y piernas. Si te estás muy quieto, aislarás finalmente la diferente sensación de esta energía. Cuando se percibe como tal, sin asociaciones emocionales o sexuales, esta energía de amor más baja se siente que es justo tan pura como el amor más alto, solo que como una sensación más tangible y con mas grano. Pero eso no le quita mérito a su pureza y belleza esencial, porque esta energía, subiendo por las piernas desde la misma tierra, es pura vitalidad o fuerza vital antes que la emoción como! sexualidad o sentimiento haya entrado en ella.
La función del hombre, como principio masculino, es unificar estas dos polaridades de amor en la mujer, para que todo su sistema fluya libre y satisfactoriamente con el amor divino. Por esta unión de la división superior e inferior del cuerpo humano, esto es, lo ideal y lo terreno, lo inalcanzable y lo alcanzable, se produce la única corriente de amor divino, o la energía dorada radiante.
Cuando esto se consigue plenamente, la mujer se reúne con su verdadero ser -física, psicológica y espiritualmente. Su descontento se desvanece y ya no es dependiente de su trabajo, arte, maternidad o cualquier otra actividad externa, para darse un sentido de satisfacción o propósito. Ella puede estar dedicada a esas ocupaciones, pero ya no estará apegada a ellas como una necesidad.
Toda la motivación sexual de la mujer es hacer la conexión divina a través del hombre. Su deseo de tener niños es secundario y un sustituto de lo otro.
Debido a que muy raramente se hace la conexión divina, ninguna mujer hoy es ella misma. Ella permanece mayormente en la romántica mitad superior de su cuerpo, anhelando lo inalcanzable y ocupando de forma periódica o promiscuamente la mitad inferior en el sexo, en un empeño fútil de hacer la conexión. Pero ella la evade. Por lo que permanece virtualmente dividida en sí misma, dos personas, hasta que finalmente apartada del sexo por la desilusión o la vejez, vive una forma de media vida de amor idealizado dentro de su mitad superior.
Para que el hombre y la mujer de hoy hagan el amor hermosa y divinamente se requiere que cada uno induzca un cambio fundamental en el pene o la vagina. Tanto el pene como la vagina, o, más específicamente, aquella parte del cerebro que los controla, tienen que ser liberados conscientemente de la emoción o de la inconsciencia del pasado, esto es, de todos los hábitos, malas concepciones e ignorancias ganados, acerca de hacer el amor a través de la experiencia pasada. La experiencia es el pasado. Podemos aprender de la experiencia cualquier cosa excepto cómo hacer el amor. El amor no viene de la práctica o la experiencia. El amor es. El cuerpo no tiene que aprender cómo hacer el amor; el hace el amor de forma natural. Lo que aprendemos de la<! BR>experiencia de hacer el amor no es como hacer el amor sino como cuidarnos a nosotros mismos, cómo proyectarnos y protegernos a nosotros mismos al mismo tiempo de forma astuta y segura. Esto por supuesto es compromiso; no puedes protegerte a tí mismo, contenerte en cualquier manera, y hacer el amor. Pero así es como todo el mundo hoy hace el amor.
La experiencia, el pasado, nos ha enseñado a ser cautos, a no dar todo de nosotros mismos o podríamos perder algo, podríamos hacernos daño, por lo que todos jugamos seguro. El miedo es abundante. Y en cualquier caso, ya no sabríamos como dar todo al hacer el amor; también hemos olvidado eso.
¿Con cuánta frecuencia siente la gente en el amor el impulso estremecedor de darlo todo, de querer abrirse ellos mismos rasgándose, y sin embargo no pueden? Debes haber tenido ese sentimiento alguna vez. ¿Serías capaz de dar todo a tu amante ahora, en este momento, si tuvieras la oportunidad?
La respuesta es no. Tienes la oportunidad de hacerlo cada vez que haces el amor, y todavía no te las has arreglado, ¿o no
Hacer el amor hoy es un compromiso, la aceptación de lo mejor que se puede esperar o hacer en las circunstancias. Y ello produce, a lo más, para los amantes el mejor sentimiento que puede esperarse del compromiso -satisfacción, un pobre sustituto de hecho para el continuo y glorioso sentimiento del amor físico hecho y dado sin autoconsideración, sin compromiso , sin contenerse, sin protegerse mientras se expresa uno mismo.
Este sentimiento drogal de la satisfacción que pone a todo el mundo a dormir después de hacer el amor está personificado en el mundo, por el dios, hecho por el hombre, del amor: el orgasmo. El hombre es un loco del orgasmo. Y la mujer, la diosa del amor misma, infectada e inflamada por la locura masculina, ha empezado a adorar el falso dios.
¡Cómo si llegar al orgasmo fuera un signo de amor!Cualquier animal puede estar hecho para llegar sin ningún signo de amor, pero tu no puedes hacer el amor sin amor. Por eso no debemos engañarnos a nosotros mismos o ser engañados por más tiempo. Si tu quieres un orgasmo ve y mastúrbate. Si quieres amar, continua leyendo.
El llegar al orgasmo del hombre, antes de que haya dado el suficiente amor para recoger las divinas energías de la mujer, es una glotonería sin amor. El llegar en la mujer es fácil y natural, dulce y conveniente, si solo el hombre y la experiencia de autoprotección de ella le diera a ella la oportunidad de ser natural y llegar de forma natural.
Pero el hombre, a través de su egoísmo a lo largo de los años y de la inocencia de la mujer, le ha enseñado a ella, engañándola para perseguir el orgasmo desviando su atención del amor que el no puede darle. Si estás persiguiendo un orgasmo, no puedes ser consciente del sentimiento de amor. Si eres un hombre que estás tratando de esperar un orgasmo, tampoco puedes ser consciente del amor. Si eres una mujer y crees que el orgasmo es importante al hacer el amor y parece que tu no tienes ninguno, te sentirás depravada, culpable, y no puedes conocer el sentimiento de amor.
O, como mujer, tu podrías renunciar de tratar de encontrar el amor volviendo la espalda al acto del amor, como hacen muchas mujeres, y de nuevo perderás la maravilla y la gloria del amor y de tí misma.
Cuando la mujer ya ha aprendido a no tratar de hacer el amor, cuando ya no se siente atraída o engañada por el orgasmo, y rehusa copular con un pene emocional, cuando es lo suficiente pura para estar presente como ella misma en el acto del amor, sin ningún pensamiento en la cabeza, tendrá un orgasmo natural y sin esfuerzo. Ella no tendrá entonces que tratar. El orgasmo sucederá bella y deliciosamente a través del poder del amor, el poder del pene amoroso profundamente dentro de ella.
Hoy ella puede tener de hecho un orgasmo y apenas sentirlo. La capacidadde sentir, la consciencia de amor está fuera de su vagina. Está tan cargada de pasado, tensión y emociones que ya su conciencia no puede llegar completamente allí abajo, especialmente arriba en la mitad superior cerca del cerviz. Ella ha sido virtualmente desensibilizada allí, y ello empeora con cada generación.
Efectivamente, la mujer tiene una sensación más placentera en la parte baja de la vagina que en la parte alta. Debido a que el hombre ya no puede llegar a la parte más profunda de la vagina en el amor, cerca del jardín espiritual donde la diosa verdadera reside, y permanecer allí el tiempo suficiente y con la autoridad suficiente para hacer lo que se supone debe hacer, él ha traído virtualmente la sensación y el orgasmo de ella abajo hacia el frente de la vagina. El ha concentrado la consciencia de ella alrededor del clítoris que está cerca de la salida.
El ha hecho esto de dos formas: eyaculando persistente y precozmente inmediatamente después de entrar y estimulando persistentemente el clítoris con sus dedos para compensar el orgasmo que ella no tiene. El ha hecho gradualmente del compromiso y la satisfacción del clítoris, el premio de hacer el amor. Ella sabe que eso no es amor pero, ¿qué otra cosa puede hacer? ¿qué otra cosa hay?
Además, debido al fracaso del hombre para amarla apropiadamente ella a veces se masturba con el clítoris como el le enseñó. Ella no haría esto si fuera amada. Ella no tiene la misma compulsión de masturbarse como él la tiene para aliviar su agresión sexual. Ella se habituó a través de él.
Sólo el pene y no los dedos o cualquier otro recurso puede amar a la mujer. Sólo el pene viviente en el cuerpo del hombre fue diseñado para servirla. Sólo el pene -un pene desinteresado, apasionado, paciente y amoroso- puede devolver a su lugar al orgasmo donde el debe de estar, donde sucede de forma natural, o no sucede, sin ninguna emoción perturbadora, ya que la mujer sabe por el sentimiento y la consciencia en su vagina, que ella está siendo amada.
Lic.Lidia Silva Aguero